Hace algún tiempo, un matrimonio fan de la marca alemana adquirió un ejemplar del Hebmüller 14A y al querer conocer su historia y origen, se toparon con muchas sorpresas; pero dejemos que sean ellos quienes nos cuenten la historia.
“Con la esperanza de obtener los antecedentes de nuestro vehículo, escribimos al Museo Volkswagen de Alemania, preguntando si Hebmüller había fabricado, o si VW había guardado el registro del chasis número 717. Pocas semanas después, recibimos una carta del Museo del Automóvil Stiftung, en donde nos aclaraban que Volkswagen había perdido los registros de los números de carrocería asignados al Hebmüller, posteriores al 14-00568.
De hecho, la marca aclaró que después del incendio que destruyó casi toda la fábrica de Hebmüller, fue la empresa de Wilhelm Karmann, la que produjo el último lote de las unidades Tipo14A convertible.
Remitimos esta respuesta de VW al Museo Karmann, para ver qué opinaban. Y esto fue lo que nos escribieron a través de un correo electrónico, “la empresa Karmann jamás había fabricado ejemplares del convertible Tipo 14A”. Así que nos quedamos en donde habíamos comenzado.
En la actualidad, existen algunos Hebmüller 14A con carrocería convertible, cuyos números van del 568 al 695. Pero además existen algunos cuyo número de serie es superior al 695 y hasta el 735.
El misterio del Hebmüller 14A y su increíble historia
¿Acaso ocurrió que Hebmüller no empleó exactamente números consecutivos, se saltó algunos, o incluso asignó números de chasis a autos destinados a la policía? Independientemente de eso, el matrimonio tiene la certeza de que se trata de un auténtico Hebmüller 14A, ensamblado por alguien que trabajó en la empresa, antes o después de que la planta cerrara en 1951.
En 1959, este Hebmüller con el número de chasis 717, fue vendido a un soldado estadounidense llamado Bill Carr, quien estaba de servicio en Alemania, cerca de Regensburg. Una vez que concluyó su labor, regresó con el coche a su casa en Reno, Nevada, y se lo regaló a su madre.
El nombre de la mamá del soldado era Freide y se convirtió en el tercer propietario. En realidad, a ella no le gustaba manejar el Hebmüller. Pero Bill, y su hijo más joven, Bill Junior, la llevaban a pasear hasta Incline Village, en el lago Tahoe. En 1961 Bill cambió el coche por una camioneta de volteo.
Los siguientes propietarios, cuartos en el orden, fueron Ben y Lidya Tye, quienes manejaron el Hebmüller 14A hasta el monte Hood, en 1961, como parte de su luna de miel. Ben conservó el auto durante un tiempo hasta que se lo vendió a su hermano menor, Art Tye, quien fue el quinto dueño. Él, junto con su esposa Verna, vivían en Trenton, Missouri. Art contrató los servicios del taller Auto Trim, para que fabricara un nuevo toldo de lona, así como para que renovaran el juego de alfombras, vestiduras y paneles de los asientos.
En 1999, Art vendió el auto a sus actuales propietarios, quienes decidieron restaurar el auto a sus condiciones originales, para lo cual primero comenzaron a reunir las piezas que le faltaban.
Simon Mitchell, de Hessich-Oldendorf, fue quien vendió los faros, soportes de las calaveras, regulador D original, y un emblema sumamente raro en tercera dimensión de San Cristóbal. Richard Cotton de Gran bretaña, fue el proveedor de las partes mecánicas de los frenos, del cableado eléctrico y de los pistones originales OEM de 74.95mm.
La lista de accesorios que tuvieron que adquirirse fueron las piezas internas del motor (OEM), de 25 caballos de fuerza, la tapa del cofre, los rines de 16”, estribos y molduras de lujo, las direccionales de semáforo para los lienzos delanteros y el colector de admisión K. Por su parte, un coleccionista vendió el silenciador (OEM) con una sola salida, original y las defensas con la ranura central.
Los últimos accesorios fueron un raro radio modelo Solitude de la marca Becker, y las carcasas de las calaveras. Cabe destacar que las molduras de aluminio que corren por el centro de la tapa del motor se fabricaron a mano.
El trabajo de hojalatería y pintura
Pete Klucas, un auténtico experto en hojalatería y pintura de autos clásicos fue el encargado de reparar y pintar toda la plataforma del piso, la viga delantera y los largueros de soporte del convertible, desarmando todo para poder hacerlo bien. También, repintó las salpicaderas y la tapa frontales, para que coincidieran con el antiguo tono negro, el cual por cierto estaba en buenas condiciones.
Otro experto en modelos clásicos fue el encargado de reconstruir el puente delantero y la suspensión, así como el sistema de frenado. Además, cambió más de la mitad del cableado eléctrico y añadió una transmisión de un modelo 1950.
Luego, el Hebmüller 14A fue trasladado a otro taller donde el motor de 25 hp fue rectificado y reconstruido, mientras tanto, los expertos de la empresa Koch’s, pintaron el tablero, los instrumentos y la carátula del radio.
La tapa de la guantera y el volante Petri Pealti en forma de banjo, son piezas originales. Los expertos de LPF Coatings, sometieron los rines a un proceso de limpieza con arena y los volvieron a pintar, lo mismo hicieron con los conductos de la calefacción y las aletas de enfriamiento del motor. Y en el taller Vee Village Serivice, se encargaron de los ajustes finales, instalación del motor y afinarlo.
El resultado, como podemos ver, es un vehículo de colección único en el mundo, cuyo precio, asciende a más de cien mil dólares, aunque claro, sus propietarios no tienen la más mínima intención de venderlo.
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Emprendedor, empresario, fan del buen café y de las playas del Caribe Mexicano. Creador y Director Editorial de las revistas Vochomania, Tuning Car, Curvas, Mundo Volkswagen y muchas más. Editor en Autoproyecto. CEO de MB Digital Entertainment. #DogLover #AdoptaNoCompres