Este Lamborvocho fue creado en México usando material de reciclaje

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Lamborvocho

Fue en la edición impresa de la revista Vochomanía 455 cuando apareció el reportaje de este singular Lamborvocho, creado por Héctor Odriozola, un artista en toda la extensión de la palabra. Uno de esos mexicanos creativos que ve, en los objetos comunes, material potencial para crear arte, un singular arte que lleva un claro mensaje: reciclar y cuidad nuestro planeta.

Héctor se llama a sí mismo “ingeniero”, por el “ingenio” que lo caracteriza, más no por haber obtenido un título universitario.

De igual forma, sus amigos, conocidos y seguidores lo bautizaron como “Robohop”. Primero, porque es un fanático de construir robots a partir de material de desecho (de ahí el “Robo”). Segundo, porque el “hop” corresponde a las iniciales de su nombre: Héctor Odriozola Patiño.

Este hombre, residente del municipio de Tlalnepantla, Estado de México, inició hace veinte años la construcción de un singular vehículo, un “lamborvocho” como le llamarían algunos, con piezas de desperdicio, reciclaje industrial.

Lamborvocho

Convirtió su vocho de uso diario en un increíble Lamborvocho

“Mi vehículo está creado sobre la base de un vocho 1972, que de hecho era el vehículo que conducía diariamente”, comenta y agrega: “Lo comencé hace veinte años y de hecho aún no lo termino, hay muchos detalles que debo corregir”.

Independientemente de su aspecto singular, el auto que alguna vez fuera bautizado como “Mad Max” cuenta con un armazón metálico sobre el cual descansa la singular carrocería que fue construida totalmente con material de desecho.

“Tomé la inspiración de un Lamborghini para crear la carrocería y, de hecho, las medidas son similares a las del modelo italiano”, afirma el ingeniero.

Sobre las salpicaderas, por ejemplo, se colocaron piezas de bandas transportadoras. Al frente, sobre el toldo y en la sección posterior, encontramos bases de estufa sobre las cuales el creativo mexiquense colocó cucharones de aluminio.

vochos raros

Sobre el toldo, dos abrazaderas industriales hacen el papel de faros simulados. Por todos lados encontramos piezas obtenidas en los lugares donde compran fierro viejo. En la sección posterior, por ejemplo, tenemos placas que alguna vez pertenecieron a un aire acondicionado.

El espejo lateral del lado izquierdo proviene de algún auto, en tanto que del lado contrario es, en realidad, un faro convertido espejo.

El interior

Para ingresar a este curioso Lamborvocho sólo tenemos la puerta del lado izquierdo que abre al estilo “lambo” y permite ver, en la tapa, más material reciclado, como un bote de spray y algo que parece ser un extinguidor.

Los asientos son los del vocho, pero ahora con refuerzo de madera y vestiduras hechas a partir de pantalones de mezclilla que el mismo Héctor recolectó entre familiares, amigos e incluso en la calle.

vochos raros

“Algunos de esos pantalones los encontré tirados en la calle, así que los recogí, los limpié muy bien y los convertí en las vestiduras de mi auto”, comenta.

El conductor tiene frente a él un volante deportivo y un tablero que envidiaría el mismísimo Dr. Frankenstein. “El tablero fue armado tomando piezas de otros tableros. Algo de Tsuru y otras cosas más”, comenta el creativo.

Con corazón Volkswagen

Finalmente, llegamos a la zona posterior donde descansa el motor enfriado por aire, que, pese a los años, aún sigue impulsando este auto que recibió algunos kilos de más, debido a su carrocería.

Sobre la tapa del motor descansa un alerón estilo Lamborghini, rematado con dos luces tipo bala, de las que utilizaban los camiones de transporte foráneo hace algunos años. Luego tenemos la tapa que en este modelo da acceso a la cajuela. En la sección baja descubrimos el escape original de doble salida.

Lamborvocho

“Yo armé el auto completamente y aunque de repente dejo de trabajar en él, sigo afinando detalles de vez en cuando, El siguiente paso será eliminar tornillos y unir lienzos con soldadura TIG”.

Cuando le preguntamos a Héctor si él consigue las piezas y luego las adapta o viceversa, respondió: “No. Teniendo el espacio disponible en el auto, me doy a la tarea de pensar qué tipo de pieza podría ajustarse ahí y luego salgo en su búsqueda”.

Un vehículo que probablemente pueda parecerle extraño a muchos, pero, después de todo: ¿cuántos pueden presumir de haber construido su propio auto?

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Fotogalería del Lamborvocho:

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